martes, 9 de diciembre de 2008

EL SIDA.

Es hora de aprender sobre el VIH.
El sida consiste en la incapacidad del sistema inmunitario para hacer frente a las infecciones y otros procesos patológicos, y se desarrolla cuando el nivel de Linfocitos T CD4 desciende por debajo de 200 células por mililitro de sangre.
Para defenderse de esta producción de virus, el sistema inmune de una persona produce muchas células CD4 diariamente. Paulatinamente el número de células CD4 disminuye, por lo que la persona sufre de inmunodeficiencia, lo cual significa que la persona no puede defenderse de otros virus, bacterias, hongos y parásitos que causan enfermedades, lo que deja a la persona susceptible de sufrir enfermedades que una persona sana sería capaz de enfrentar, como la neumonía atípica y la meningitis atípica. Estas enfermedades son principalmente infecciones oportunistas. Dado que el organismo posee mecanismos de control de crecimiento celular dependiente de células CD4, la destrucción progresiva de éstas células ocasionará que estos mecanismos no sean adecuadamente regulados, lo que origina en consecuencia la presencia de algunas neoplasias (cáncer) que no ocurrirían en personas «sanas». El VIH, además, es capaz de infectar células cerebrales, causando algunas afecciones neurológicas.
Las tres formas o vías de transmisión son:
1) Transmisión sexual A través del intercambio de semen y secreciones vaginales, durante todo tipo de relación sexual con una persona infectada por el VIH, sin
preservativo
.
2) Transmisión sanguínea Cuando la sangre de una persona infectada por el VIH se pone en contacto con nuestra sangre.
3) Transmisión madre-hijo Las mujeres infectadas pueden transmitir el virus a su hijo mientras está en el vientre, en el momento del parto, o durante la lactancia.
Se ha demostrado científicamente que los contactos de la vida cotidiana no transmiten el VIH: no se transmite por abrazar, besar, compartir vasos y cubiertos, tomar té o intercambiar ropa con una persona infectada; tampoco por compartir el lugar de trabajo o salón de clase, utilizar el mismo baño que ella; lavarla o dormir en su misma cama. Los insectos no lo transmiten; el sudor, o las lágrimas de quienes padecen esta infección tampoco. En una palabra, querer y apoyar a una persona infectada no trae riesgos; al contrario, tiene efectos positivos en su salud y en quienes le rodean.
Los que rechazan y discriminan a los portadores del VIH-SIDA ignoran las verdaderas características de la enfermedad. Estar informado sobre los modos en que sí se transmite es el primer paso para la prevención.

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