viernes, 12 de diciembre de 2008

Lo bueno de llorar



Llorar es bueno.

Todos sabemos que la risa es la mejor de las terapias, pero lo que no se suele decir mucho es que llorar también es bueno y saludable. El llanto ha sido proscrito de muchas de nuestras sociedades modernas a pesar de que es algo tan natural como la risa e igual de necesario.
La risa y el llanto tienen muchas cosas en común, entre ellas, y la más obvia, es que son contagiosos. La risa genera endorfinas, pequeñas proteínas popularmente llamadas de “la felicidad”. Las endorfinas actúan como neurotransmisores aumentando los niveles de células T, que refuerzan el sistema inmunológico del organismo.
Algo similar ocurre con el llanto. Llorar nos hace liberar adrenalina, una hormona que segregamos en situaciones de estrés, y noradrenalina, que actúa como neurotransmisor y tiene un efecto contrario al de la adrenalina. Cuando lloramos, eliminamos estas hormonas, lo que produce una sensación de desahogo y tranquilidad. Un ejemplo de esto es que, después de llorar, tanto niños como mayores se quedan dormidos.

Es cierto que las lágrimas ayudan a limpiar los ojos y evitan que se sequen. Hay dos clases de lágrimas, las reflexivas o irritantes, que son las que nos provocan algunos alimentos y sustancias demasiado fuertes, el polvo, etc. Y las que brotan del alma y obedecen a estados de ánimo y sentimientos.
Lo interesante es que unas y otras no tienen la misma composición química. Las lágrimas que tienen un origen emocional contienen gran proporción de un mineral, manganeso, y de la hormona prolactina, cuyos niveles estan relacionados con el estado de animo del ser humano el unico miembro del reino animal que expresa con risa y llanto sus sentimientos.

La costumbre de llorar en público en las sociedades occidentales, en especial en el caso de los hombres, es algo que no se da a menudo y, cuando ocurre, suele ser un llanto silencioso, casi furtivo.
"Llorar no es de hombres" dicen las madres a sus hijos pequeños, pero el llanto de los niños, sean del sexo que sean, es parte integral de su desarrollo. Es una forma de atraer atención a sus necesidades básicas, como la comida, el frío o el sueño, y de expresar sus emociones. Los niños a los que no se permite llorar acumulan estrés y ponen en peligro su salud. Recuperar el llanto cuando se es adulto es bueno, porque llorar no nos hace más débiles, sino mucho más fuertes. Además, después de una buena lloradita se ríe más y mejor.


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